Forzados, doblados, cercenados. Relevados de su función. Los
humildes clavos ven la luz tras doscientos o trescientos años empotrados en las
recias y resecas maderas de una techumbre ahora derrocada.
Otro será el tejado y otros clavos fijarán vigas más recientes,
pero mientras rescato cada uno de estos tachones férreos me descubro en otra
mirada, en otro tiempo, con ojos nuevos, observando casi intacto el mismo paisaje de hoy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario