Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

lunes, 29 de julio de 2013

Unas palabras para Julia


Fotografía: Valentín Andrés

Julia ha empezado a escribir. No, como lo hace la mayor parte de la gente: una carta por aquí, un mensaje de móvil por allá, la lista de la compra, un examen en la escuela, un recado que se pega en la puerta del frigorífico...

Julia ha empezado a escribir con la imaginación y mirando alrededor. Es decir, con un pie a cada lado del abismo de la hoja en blanco.

Supongo que el cuento que ha escrito y que ha llegado a mis manos no es su primer intento, aunque puede que sí. Pero es que por ese cuento ha recibido un pequeño reconocimiento en forma de premio literario. Yo creo que, en realidad, es igual haber ganado que haber quedado en cualquier otra posición, pero lo importante es que alguien ha leído la historia y ha sabido ver en ella.

Ver es importante. Es lo más importante. Tanto para el que escribe como para el que transita por los vericuetos de la lectura.

Y con esto, en realidad quiero decir que ambas actitudes, la de escribir y la de leer, son igual de necesarias. Jamás existe la una sin la otra.

Aunque, ahora que lo pienso, creo que tampoco hace falta que a ella le haga tal observación, ya que sé que hace tiempo se dejó arrebatar por la fiebre de los libros. El siguiente paso, tal como sucedió a otros, ya lo ha dado. Y lo ha dado bien.

Ahora toca perseverar. Es una cuestión de placer. Disfrutar dando forma a otros mundos y a otras vidas para, en definitiva, situar la propia en su lugar, en el justo término que desee.

Ése es el premio. Y anida en lo más íntimo. Lo demás son cantos de sirena que conducen la nave hasta los acantilados y el desastre. Eso que se llama vanidad y que no sirve para nada.

sábado, 27 de julio de 2013

Dímelo al oído



Lo más probable es que la chica, por mucho que esperase, nunca volviera a ver al marinero o que éste llegara tarde, enredado en alguna ola, en alguna bahía helada buscando el Paso del Noroeste o en algún lupanar de Jamaica. La literatura y la vida, desde Ulises, están llenas de cosas así. Pero esto quién se lo dice al niño que se dormía con el susurro de Fear an Batha en el oído, y que muchos años después, cuando la canción regresó, y la nostalgia podía con nosotros, decía: "tía, esa no me la sé, pero cántamela al oído para ver si me acuerdo".

miércoles, 24 de julio de 2013

Los hermanos de la costa

Caminamos por la costa dejando que el atardecer envuelva el aire. Mayo se recrea sin éxito alguno en las toperas y afortunadamente tampoco advierte la presencia fugaz de dos conejos, que rápidamente se refugian en los matorrales. Sobre una roca contempla el mar una hembra de pardillo, mientras nosotros clavamos nuestros prismáticos en su figura solitaria.
Luego, sentados en la hierba, miramos la línea del horizonte y el paso furtivo y lejano de varias aves que no podemos identificar.
Y también comienzo este dibujo.

martes, 23 de julio de 2013

La Marca Eppaña

¿Esos que reducen el país a una marca comercial serán, acaso, unos vendepatrias?

lunes, 22 de julio de 2013

Pájaros en la cabeza

Recupero ahora un estupendo artículo de J.Ernesto Ayala-Dip que tenía olvidado en un archivo de sombras y que fue publicado en el díario El País el 13 de febrero de 2009. Un hermoso texto para aquellos que aún tienen pájaros (vivos) en la cabeza.

¿Y si fueran los pájaros, estúpido?


Hay gente que no entiende que pueda haber otra interesada por los pájaros. Nadie puede hacerse una idea de la distancia que hay entre los aficionados a la ornitología y los que ignoran que exista esta ciencia. O esta pasión. Y sin embargo, hay personas que no se imaginan su vida sin ella, como tampoco aciertan a explicarse cómo es que durante tanto tiempo les fue tan indistinto un petirrojo que un carbonero común, sombras voladoras sin sentido que se posaban en el alféizar de sus ventanas desafiando su indiferencia. Al amante de los pájaros, leer que "el cambio climático acelera los factores que ponen en riesgo de extinción a 1.226 especies de aves" le dibuja en su mente un escenario imposible de concebir. Nada podría ser más triste que un hábitat sin la llegada o la partida de todos sus pájaros. Ningún aficionado conoce in situ todos los pájaros. Los que sobrevivirán y los que tienen las horas contadas. Y es probable que nunca los atrape a todos con sus prismáticos. Pero sabe que existen. Tiene registrado en su libro mágico -su guía especializada- el vuelo, la silueta, la envergadura y la mancha de sus alas desplegadas, el color de su pico, el tiempo y la ruta de sus migraciones, el color de su plumaje. Tiene incluso grabado sus cantos. Así que la sola posibilidad -nada remota- de que esa palpitante información de la vida se convierta en letra muerta, sume al amante de los pájaros en una lúcida y necesaria melancolía. 

Recuerda el lector de Pájaros de América, la hermosa novela de Mary McCarthy, la inmensa pena de su joven e idealista personaje Peter Levi cuando le comunican que el gran búho real de una reserva que él visita cada año ha muerto? Una mujer que está a su lado, que no entiende una tan repentina aflicción por la desaparición de un simple pájaro, no encuentra un consuelo mejor que decirle casi como un reproche: "No se puede esperar que todo siga siempre igual". Los que aman los pájaros sí quieren que todo siga siempre igual. No es una rutina cualquiera que la naturaleza nos prometa en cada estación o cada continente, en cada migración anual, sobre el mar, entre el ramaje de los árboles, en un humedal o una reserva o en los parques de nuestra ciudad, la especie que necesitamos observar para corroborar que en nuestro amado planeta las cosas siguen su orden, su reloj puntual, su latido crucial. Ya es bastante que la ornitología sea una ciencia descriptiva y no pretenda alterar la biología de los pájaros, nos dice Peter Levi. Ahora sólo faltaría, rogará el aficionado de nuestros días, que no se pretenda hacernos creer que pase lo que pase, pájaro más pájaro menos, la vida sigue igual. Porque si falta una especie de ave, como si falta una especie marina o una lengua, la vida no puede seguir jamás igual. ¿Qué ocurriría si un día no muy lejano dejáramos de escuchar el canto del pinzón vulgar en primavera, circunstancia nada imposible toda vez que esta especie ya mermó su número en Reino Unido desde 1960, coincidiendo con el inicio del uso masivo de insecticidas tóxicos? Sabemos que Aristóteles ya observó el picapinos, pero ¿hasta cuándo podrá nuestra civilización permitir ese casi invisible vuelo ondulado de exhibición que nos regala antes de entregarse a su labor carpintera?

"Hay en la actualidad menos de 350 grullas cantoras salvajes en todo el planeta, y aunque la cifra representa una clara mejora con respecto a la población de 22 que había en 1941, la perspectiva a largo plazo para toda especie con tan pequeña colección de genes es muy sombría". Este diagnóstico pertenece al escritor norteamericano Jonathan Franzen. En Mi problema con los pájaros, artículo autobiográfico que incluye en el volumen Zona fría. Una historia personal, Franzen nos relata su paulatino amor a las aves. Yo recomiendo su lectura fervorosamente. Lo hago porque me parece la mejor descripción no sólo de cómo alguien tan ajeno a los pájaros un milagroso día descubre en ellos un universo de vida inesperado, sino porque precisamente a través de ellos Franzen destripa el mecanismo de los políticos neoliberales para producir no sólo masas paupérrimas de personas sino también masas de pájaros pobres. Como las clases medias y obreras norteamericanas en recientes tiempos de Bush, los pájaros también ven rebajados su dignidad y su nivel de vida. Esta pobreza no es baladí porque se trate de los pájaros. Especies expulsadas de su lugar exacto en el mundo para ir a buscar refugio en una tristísima y humillante adaptación. O desaparecer. Todo un temible síntoma.

"Uno de los aspectos que me gusta de la ornitología es la buena relación que hay entre la comunidad profesional y la de aficionados, mientras que en otras materias se odian a muerte", dice el doctor Josep del Hoyo, uno de los ornitólogos más prestigiosos de Europa. Jonathan Franzen es un aficionado. Quien conoce a uno de ellos, sabe que cuando regresa de alguna excursión hay una sola pregunta que para él tiene sentido: "¿Y? ¿Qué has visto?"

J.Ernesto Ayala-Dip

domingo, 21 de julio de 2013

Dibujos de Viaje (32): El Albaicín.

"Quiero hallar los viejos, borrados caminos".

Entre cármenes blancos y palacios negros,/ paseo de los tristes a orillas del Darro./
Hace tanto que en el agua sólo llegan/ hojas muertas y noticias del silencio.

sábado, 20 de julio de 2013

Viernes por la tarde

Un pequeño claro se abre en la niebla de la rutina y repentinamente nos hallamos en verano. Caminamos por la costa sin mirar demasiado al reloj. Contemplamos, a lo lejos, las islas como gigantes de piedra que duermen. Escuchamos el piar de los zarceros. Nos tumbamos en la hierba y aspiramos el agradable olor de la manzanilla.
Y más tarde, al llegar a casa, sentados en el parque en un Caos Calmo, esperamos con Nani Moretti a que la niña nos salude desde la ventana de la escuela.

miércoles, 17 de julio de 2013

Cuarteto

Yo soy François, lo cual me pesa,
nacido en París, junto a Pontoise,
y de la cuerda de una toesa
sabrá mi cuello que mi culo pesa.


Françoise Villon

lunes, 15 de julio de 2013

Peras llevo, manzanas traigo

... y no she preocupen, que ahora voy a hablarlesh de losh ESHE EME ESHESHS...

domingo, 14 de julio de 2013

Seguimos tirando piedras

Camposolillo (León)

Pasamos la mañana en lo que queda de Camposolillo, un pueblo abandonado víctima del pantano de Vegamián.
Curiosamente a la presa del pantano le pusieron el nombre de Juan Benet, que fue el ingeniero que dirigió la construcción. Ya ven, la literaria Región bajo las aguas (¿quién va a volver?).
Y mientras tanto, nosotros, seguimos tirando piedras (literalmente).

viernes, 12 de julio de 2013

jueves, 11 de julio de 2013

lunes, 8 de julio de 2013

La gente pequeña

Estación de La Engaña (Cantabria).

La gente pequeña busca hadas y otros parientes en los oasis y en los matorrales.
Y cruza los túneles del camino como quien caza espejismos en el fondo de un espejo de agua.
La gente pequeña mira la vida a través del fino cristal de la impaciencia. 
Y no teme a los recodos y a las revueltas, ni al reloj, ni al día de mañana.
Aunque a veces, mirándonos, descubra monstruos.

miércoles, 3 de julio de 2013

Librería 42

     Atenas (Grecia)                                                                                 Por cortesía de la familia Herrería

Dado que en los últimos tiempos los únicos libros de cuentas que están de moda son los de cuentas pendientes, parece que en Grecia, pese a las penurias, aún importan los libros libros, los de verdad, que para eso tienen aún en el ADN la conciencia de que una vez fueron la cuna de la sabiduría, mientras que en otros sitios, ahora arrogantes en exceso, andaban todavía tirando piedras a los cuervos y planteándose si la piel de oso era la más adecuada para la colección otoño-invierno y para los saraos al fondo de la cueva.

En fin, que de esta librería salió no ha mucho mi ejemplar griego de La Isla del Tesoro, gracias a los desvelos de Héctor, Merche y José Gabriel. Y el que escribe es un "puñao" agradecido. Con ellos y también con Homero, Herodoto, Platón... Y hasta con Fideo de Mileto. 

martes, 2 de julio de 2013

Ventanillas con reflector

Vaya usted a poner un giro postal, pongamos por caso, de 50 talentos (lo mismo da que sean maravedíes, piastras o reales de vellón) a la ventanilla habilitada a tal efecto.
Comunique su intención al probo funcionario.
Éste le solicitará de antemano el documento que valide que usted es quien dice ser. Lógico y normal parece.
Luego el documento pasa a ser rehén hasta el final de la transacción. Y en ese momento será convenientemente fotocopiado. ¿Por qué?
Mientras tanto el terminal informático inquirirá a través del busto parlante de la ventanilla una respuesta válida referente a sus datos personales. Los habituales.
Lo que ya no es tan normal es que la secreta autoridad competente (¿el recaudador, por supuesto?) pregunte por boca del señor de la ventanilla al paciente ciudadano por su profesión  y por el privadísimo y muy personal motivo para el envío de la pasta, en un final de fiesta más o menos así:

-Y ahora le voy a hacer otra pregunta que también le va a sorprender.
-Diga.
-¿Cuál es el motivo para el envío del dinero?
-¿Cómo?
-Que por qué envía el dinero.
-Pues porque sí.
-Esa no es respuesta que se adecúe al cuestionario.
-Pues dígame cuales son las opciones.
-¿Puede ser regalo?
-Eso... donación.

No quiero saber, en lo tocante a intimidad, hasta dónde llegará el Gran Hermano para los que giren 500 ó 5000. O más.
¡Ah, no! Que esos no giran.