Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

martes, 16 de abril de 2024

Martín y Alfons


Un conciliábulo es una reunión secreta de la que a veces sale una conspiración, pero aquí hay demasiadas luces y demasiados testigos, a falta de taquígrafos, bastante en desuso ya. También hay una cámara que registra y administra la luz necesaria para que de la magia de la fotografía se escape esta escena con apariencia de monjes en refectorio, bucaneros en taberna o liberales secreteando la desgracia del jodido rey felón.
Apariencias, digo. Pero como no hay altavoz ni otra boca sellada que la de este espectador, dejemos que ellos, sin más molestias, sigan con su conversación.   


sábado, 13 de abril de 2024

Aves de Chile: Petrel gigante antártico


El petrel gigante antártico (macronectes giganteus), también llamado abanto marino antártico es un ave de gran tamaño, cercano a la corpulencia del albatros. De costumbres carroñeras, se alimenta además de peces y calamares, y puede también atacar a aves más pequeñas. Habitual en el hemisferio sur desde las costas antárticas hasta el Trópico de Capricornio.
La fotografía fue tomada al sur de Punta Arenas.


miércoles, 10 de abril de 2024

martes, 9 de abril de 2024

Aves de Chile: Caranca



La Caranca (Cloephaga hybrida) es un tipo de ganso propio del sur de Chile y Argentina que habita en pareja en la costa rocosa, evitando las playas. Presenta dimorfismo sexual, es decir los machos y las hembras se diferencian en su etapa madura, siendo el macho de color completamente blanco y la hembra prácticamente negra o marrón oscuro en la cabeza, con estrías blancas en el pecho. También se le conoce como cauquén marino o cauquén costero, entre otros. Las fotografías están tomadas en la costa del Estrecho de Magallanes, cerca de Fuerte Bulnes, al sur de la ciudad de Punta Arenas.     

domingo, 7 de abril de 2024

Baladas de la Memoria

 


Leo los poemas de Pedro Lastra en una cabaña de madera a menos de un kilómetro de la casa de Pablo Neruda en Isla Negra. Esas Baladas de la Memoria que nos llevan al corazón de un país que, pese a hemisferios y latitudes, no es tan lejano. Escucho el rumor nocturno de un Océano Pacífico que es tan violento como desmemoriado. Y me sorprendo de haber llegado hasta aquí sin haber sabido antes de este poeta.
Espero que a los mangantes madrugadores e ilusos que se llevaron en una playa solitaria de El Tabo mi primer ejemplar de este libro, junto a otras cosas inservibles para ellos, sus poemas les iluminen o, al menos, les sirvan tanto como a mi. 

sábado, 6 de abril de 2024

Aves de Chile: Picaflor chico

Hay infinidad de variedades de colibrí, pero pocas veces lo he visto. La mayoría de forma casual. En la primera ocasión haciendo cola ante la heladería Coppelia de La Habana y no podía entender qué era aquella especie de mosca grande que me rondaba.
En Chile los llaman picaflores. El de esta fotografía, aunque me ha costado, creo que se trata de una hembra de Picaflor chico (Sephanoides sephanoides). 11 centímetros máximo. Es el más austral de todos. El macho luce una mancha colorada en la frente, que se acusa cuando se pone agresivo con otros de su especie, puesto que son muy territoriales. La imagen está tomada en el Parque Nacional de Huerqueue. Primero vi a la pareja extrayendo polen de una flor y luego tuve la suerte inmensa de que se posara este ejemplar en la rama unos metros más allá. He de reconocer que después del encuentro bajé del monte feliz entre coihues (robles) y araucarias. 

 

 

viernes, 5 de abril de 2024

Aves de Chile: Huala


Inicio una serie de imágenes de aves con las que me he topado en un reciente viaje a Chile con esta perteneciente al Huala (Podiceps major). Como se puede ver se trata de una especie de somormujo, aunque de mayor tamaño y de colores más vivos. El nombre procede del mapudungun, idioma de los mapuches, y parece que significa "pato zambullidor". Otros nombres que recibe (hay unos cuantos, según Wikipedia, aunque no vamos a poner todos) son "Macá grande" o "Somormujo macachón". La fotografía está tomada en el Lago Pehoé, a los pies de los Cuernos del Paine. 

jueves, 4 de abril de 2024

La belleza del mundo


Mi amiga Ana consiguió hace unos días tomar esta fotografía tan hermosa que habla de lo sobrecogedor que llega a ser un paisaje. Las montañas más emblemáticas del Parque Nacional de las Torres del Paine se alzan al fondo y también en el reflejo de la laguna. En la orilla opuesta pastan ajenos a nuestra presencia los flamencos chilenos con sus flancos rosáceos atrayendo la mirada envidiosa del observador. Y mientras tanto, nosotros, lejos ya de ese sur austral, como si hubiéramos perdido definitivamente, entre nubes, la puerta de Brigadoon, seguimos conteniendo la respiración ante la belleza del mundo.

miércoles, 3 de abril de 2024

Floreceremos


Floreceremos.
Seremos el día nuevo, la luz filtrada entre los árboles,
la calma hallada en lo recóndito del bosque. 

Floreceremos
con los humildes reflejos del calafate,
como la testa carmesí del pájaro carpintero en la penumbra.

Floreceremos
en abrazos y en avenidas,
con la sonrisa clara del transeúnte que arriba al hogar
con todos los días ganados a la tristeza. 

Floreceremos.
Seremos el pan caliente de la mañana,
el paisaje encendido que se despliega al otro lado de la montaña,
la vida abierta y fecunda ante tus ojos.

                                                  MCH

sábado, 30 de marzo de 2024

Apache


Yo no soy ni un sabio ni un filósofo, ni siquiera un escritor de oficio. He escrito muy poco en mi vida y solamente lo he hecho, por decirlo así, a pelo, cuando una convicción apasionada me forzaba a vencer mi repugnancia instintiva contra toda exhibición de mi propio yo en público.
¿Quién soy yo, pues? ¿Y qué es lo que me impulsa ahora a publicar este trabajo? Yo soy un buscador apasionado de la verdad y un enemigo, no menos apasionado, de las ficciones desgraciadas con que el partido del orden, ese representante oficial privilegiado e interesado en todas las torpezas religiosas, metafísicas, políticas, jurídicas, económicas y sociales, presentes y pasadas, pretende servirse, todavía hoy, para dominar y esclavizar al mundo.
Yo soy un amante fanático de la libertad, a la que considero como el único medio, en el seno de la cual pueden desarrollarse y agrandarse la inteligencia, la dignidad y la felicidad de los hombres. La libertad que consiste en el pleno desarrollo de todas las potencias materiales, intelectuales y morales que se encuentran latentes en cada uno. Yo entiendo esta libertad como algo que, lejos de ser un límite para la libertad del otro, encuentra, por el contrario, en esa libertad del otro su confirmación y su extensión al infinito; la libertad limitada de cada uno por la libertad de todos, la libertad por la solidaridad, la libertad en la igualdad; la libertad que triunfa de la fuerza bruta y del principio de autoridad, que no fue nunca más que la expresión ideal de esta fuerza.
Yo soy partidario convencido de la igualdad económica y social porque sé que, fuera de esta igualdad, la libertad, la justicia, la dignidad humana, la moralidad y el bienestar de los individuos, así como la prosperidad de las naciones, no serán nunca nada más que mentiras.

Cerró Durruti el libro de Bakunin al mismo tiempo que sus párpados cansados y se durmió casi de inmediato, reconfirmado íntimamente en ese credo suyo, en esa convicción metalúrgica que hundía hondas raíces en su propia vida y en la de sus padres y en la de sus abuelos y en la de todos los miserables y engrillados y expoliados de la Tierra. Haciendo un necesario aparte teatral para este relato centrado en viejos acaeceres, nos vemos en la obligación de dejar constancia que hoy, según un informe sobre el bienio 2010-2012 difundido en Roma por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, el 12,5 % de la población mundial, vale decir casi 870 millones de personas, sufren de hambre.
Durruti soñó esa noche, como muchas otras, con un caballo que corría desbocado y tirando de un carro en llamas.

Antonio Gil.
Apache.
Sangría Editora. Santiago de Chile. 

viernes, 29 de marzo de 2024

Combatir la borrasca

Los pasos nos llevan desde el final del verano en el hemisferio sur a los últimos coletazos del invierno en las montañas de León. Del pantalón corto pasamos al forro polar, a las horas muertas ante la lumbre observando tras la ventana las inagotables gotas de lluvia golpeando el cristal, a las nubes tan presentes borrando las cimas de los cerros... 
Combatimos la borrasca caminando con los pinceles a parajes lejanos en donde las bienhalladas hojas del baobab nos den resguardo y nos acompañen en tiempos de tedio y de silencio.


miércoles, 27 de marzo de 2024

Una isla dentro del horror


En Auschwitz-Birkenau, ante el espléndido paisaje que se vislumbraba alrededor del campo de concentración, comprendí hace tiempo que los monstruos muchas veces suelen necesitar de la belleza para desarrollarse, para alimentar la maldad. Su maldad.
Hace pocos días visité el centro de secuestro, tortura y exterminio de Villa Grimaldi en las afueras de Santiago de Chile, donde los militares de Pinochet, la DINA, tras despojar a sus dueños legítimos de la propiedad, instalaron el terrorífico Cuartel Terranova.
En la visita pude ratificar lo dicho anteriormente. La villa era un lugar hermoso en el que, antes de la dictadura cívico-militar que asoló Chile, se emplazó durante algún tiempo un restaurante de posibles con jardines, piscina y algunos árboles, como el ombú, de magnífico porte.
Cuentan, de hecho, que cuando ya el lugar estaba dedicado a su tenebrosa labor, algunos de los militares torturadores preferían pasar sus días libres allí junto a sus familias, disfrutando del baño al aire libre y las tertulias veraniegas. Poco importaba que a pocos metros en barracones estrechos como jaulas se desangrara lo mejor de la juventud chilena. Poco importaba que esa piscina sirviera en ocasiones para tormento mediante ahogamientos e hipotermias.
En la actualidad lo que queda de Villa Grimaldi es un lugar de memoria. En una pequeña instalación, muy cerca de lo que llamaban la Torre, se muestran objetos pertenecientes a algunos de los detenidos desaparecidos que por allí tuvieron la desgracia de pasar involuntariamente. Todos los objetos, cartas, anotaciones, carnets deportivos, cámaras, libros, camisetas de voleibol, fotografías propias, o con hijos, con padres, con amigos. Todos los objetos, digo, producen en quien los ve una punzada en el corazón. Son tan cotidianos que bien podrían pertenecer a uno mismo. Tanto que en el espacio dedicado a Carlos Ramón Rioseco Espinoza, nacido el 8 de febrero de 1948, desaparecido a los 26 años, natural de Concepción, militante del MIR, casado y con un hijo, antiguo estudiante de Odontología..., hay un libro de Stevenson que muy bien podría haber engrosado alguna vez la ya amplia colección de "islas del tesoro" que guardo en la biblioteca.
Todos eran importantes, todos lo son, pero he de reconocer que, al llegar a la vitrina que guardaba las posesiones de Carlos Rioseco, el aire se detuvo un instante más en mis pulmones.  

domingo, 24 de marzo de 2024

Continuamos el viaje

Volviste al Paine con nosotros 
pero las flores rojas no estaban.
Debe ser porque el verano austral no es apto para milagros 
o porque, tal vez, están para siempre a tu lado 
y con las primaveras que nos faltan. 
Seguían allí los guanacos y los caiquenes, 
fieles como amor de madre.
 Y también, esa visión esplendorosa
en la que danzan los paraísos y sus nubes guardianas.
Con ellas y contigo, un año más, continuamos el viaje.

 

domingo, 25 de febrero de 2024

10 años.


10 años...

no son casi nada. 


sábado, 24 de febrero de 2024

Yorgos Seferis


Juegas conmigo Sol
y sin embargo esto no es danza
tanta desnudez
casi sangre
o bien algún bosque salvaje;
entonces.

                                                        Yorgos Seferis.

martes, 20 de febrero de 2024

Volver

Algunas veces decía JR, parafraseando a Heráclito, que nunca te bañas en el mismo río y que jamás viajas al mismo lugar por mucho que aparentemente regreses al mismo paisaje. La última conversación que tuvimos trató de convencerle para hacer de nuevo la mochila, pese a sus prevenciones y a su salud renqueante, y volver a uno de aquellos lugares en los que fuimos felices, al menos moderadamente.
No pudo ser.
En unos días, si los hados nos acompañan, estaremos de nuevo frente a uno de esos paisajes que hacen que la respiración se acelere momentos antes de ausentarse durante ese breve lapso de tiempo que te hace ser consciente de la menudencia que en realidad somos. Quijotes ante gigantes.
Y él, quizá, estará una vez más con nosotros, aunque ya no nos zambullamos jamás en el mismo río.

 

viernes, 16 de febrero de 2024

Carcoma


En el pueblo empezaron a hablar porque un accidente es cosa de casualidad pero no dos y menos tres. Tres accidentes en unos pocos días es cosa de ojeriza, por mucho que la señora le quitase importancia y dijese que había sido cosa de poco. Pues no parecía poco oyéndola gritar como una gorrina, decía la Carmen en la cola del pan, y todas las mujeres se reían por lo bajo. Algunos empezaron  a venir a la casa cuando se hacía de noche para ver si podían usar ellos también un poco de esa ojeriza pa lo que tenían pendiente, que era mucho desde siempre pero más desde la guerra. Venían de noche, salían del pueblo por donde los pajares y llegaban a la casa por medio del monte para que no los viese nadie. Algunos querían cobrarse una bofetada o una paliza que llevaban guardada dentro desde que la guerra había dejado paso al desolladero, otros el chivatazo de un vecino o la huida de un pariente que había acabado en una cacería y la cacería en una matanza. Yo les maldecía a los parientes, a los guardias civiles, a los curas, a los chivatos, a quien fuese, con todo el odio que había en mis entrañas y en las de la casa porque sabía que el día que los pobres empezásemos a cobrar deudas muchos no iban a tener cochiquera en la que esconderse.
Después algunos empezaron a venir también a preguntar por los remedios y yo les daba las dos o tres hierbas que sabía y les decía una verdad y una mentira pa aliviarles. La verdad era dónde estaba el padre, el marido, la hija o la hermana que les habían desaparecido. La tapia del cementerio, el camino que va a Villalba, el barranco de la fuente, el cerro de la ermita. Todo el pueblo repleto de cuerpos. La mentira era que ese padre, ese marido, ese hijo o ese hermano estaban en el cielo, que los santos me habían dicho que los tenían allí y que les mandaban recuerdos. Luego les dejaba sentarse a rezar allí con la santa y encenderles una vela a los familiares porque no podían ir a recoger los cuerpos pa enterrarlos ni pedirle una misa al cura. Así que se sentaban en la cocina y les prendía la lumbre pa que no tuviesen frío y algo mejor estaban con la mentir aunque a mí la sombra que traían a cuestas se me quedaba desde entonces en la casa con la boca llena de tierra, la cabeza agujereada y los dientes arrancados a culatazos. Algunas desaparecían al cabo de un tiempo y a lo mejor era verdad que los ángeles venían a llevárselas al cielo, porque los muchachos que mueren en los barrancos con las entrañas rotas no pueden ir al infierno. Pero otras se escondían en las ollas y bajo las camas, vete a saber si por miedo o por rencor, y ya no se iban.

Layla Martínez.
Carcoma.
Amor de Madre -Editorial joven, feminista & LGBT+-   

miércoles, 7 de febrero de 2024

Los cuentos de Macguffin (o cómo desviar los tiros a puerta)

Tengo para mí (lo siento por los fans) que el Festival de Eurovisión -y todas las polémicas que prefabrica- es a la música lo mismo que el Premio Planeta a la literatura.
O sea... Una reverenda mierda.

 

lunes, 5 de febrero de 2024

Gatos


Por las rendijas
 de esos ojos
asoma el exceso de luz
y la desconfianza.

Tal vez nos alcance
 la armonía
 cuando tenga la noche
mirada de luna llena.

                            MCH


jueves, 1 de febrero de 2024

Lobeira


Cuando era pequeña no me parecía tan raro poseer un cine; era como tener en casa libros para volverlos a leer, o discos. Para ver una película ahora se puede poner un vídeo, pero en los años cincuenta no había vídeos, y yo sigo considerando que ver a Montgomery Clift en una pantalla de veintiuna pulgadas es como tomar Avecrem en lugar de sopa de cocido. En otros lugares la gente podía ir al cine, pero en Lobeira no había ningún cine, y por eso a mi padre no le quedó otro remedio que abrir uno. Después he oído llamar a esos tiempos la posguerra, y supongo que es un nombre tan adecuado como cualquier otro, pero lo cierto es que de pequeños nunca fuimos conscientes de estar viviendo en los años inmediatamente posteriores a un conflicto bélico. La guerra era un suceso distante, acaecido en ese periodo indeterminado antes de que naciésemos donde coexistían el frente de Gandesa con Alfonso XII, el Cid con Viriato, Ana Bolena con Juana de Arco. En nuestra familia se evitaba el tema, porque había habido gente en los dos bandos, y creo que hasta que fui a la universidad no reflexioné en que yo había nacido cuando apenas habían pasado trece años desde el final de la guerra. Y eso de la de aquí, de la insurrección contra el Gobierno constitucional, como decía mi abuela si estaba enfadada, porque fuera, lo que mis amigos ingleses llamaban "la guerra" había ocurrido aún más tarde, y había terminado solo pocos años antes de nacer yo.

Marilar Aleixandre.
Lobos en las islas.
Arde Ediciones.